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La burbuja que reventé


El semáforo estaba en rojo, delante mío un Mercedes esperando a que cambiara a verde, y a su lado un niño tratando de lavarle el parabrisas. El escenario que acabo de describir es algo que vemos a diario, ¿no? Pero, lo que no ven es que el Mercedes tiene una burbuja, la persona manejando vive en una burbuja, la burbuja que “protege”, por asi decirlo, a la clase media-alta del país.


No crean que voy a señalar ni a juzgar; yo también vivía en esa burbuja, en la cual estaba consciente que guatemala sufre de extrema pobreza y lo más que me había acercado a ver esa realidad había sido en la calle por la gente pidiendo dinero. Pero, eso no se acerca ni un centímetro a lo que es en realidad. Hasta que no tengas una conversación formal o entres a las vidas de los necesitados, seguirás viviendo en la burbuja que ha formado la sociedad y has decidido no estallar todavía.


Así que aquí les cuento cómo yo abrí los ojos y salí de esa burbuja inútil:

Estaba buscando algo que hacer en las vacaciones el año pasado (mis vacaciones son en junio/julio). Tras buscar y buscar en internet organizaciones en Guatemala que aceptaran a menores, encontré a Mi Arca. Al momento de leer la visión de la organización (y casualmente queda re cerca de donde trabaja mi mami) supe que esa era la opción. Llegué pensando que tal vez necesitaban mi ayuda en el area de fotografía y terminé ayudando a los niños a ser niños nuevamente. Aunque solo estuve como un mes esas vacaciones, yo me enamoré de los niños, en especial con Cata y sus hermanitos, Ashley y Alison.


Al ver que mi hermana tiene casi la misma edad que Cata, una sabe dos idiomas y la otra no conoce las letras, que sufren de abuso, que su inocencia se desvanece y no es su culpa, te golpea, y duro. Mientras más los conocía, mas me daba cuenta de lo ciega que era y privilegiada que soy. Creo que lo que más me conmovió fue ver que a pesar de todo lo que han pasado, aún les brillan sus caritas de niños cuando ven la tele o nos ponemos a jugar. No sé si ayudaba mucho, a veces me sentía un poco inútil estando con ellos, pero a medida que pasó el tiempo, me di cuenta que con solo jugar los ayudaba, porque en sus casas ya no podían ser los niños inocentes.


Un año después, sigo siendo voluntaria ocasional en El Centro de Mi Arca. Me da ánimos ver sus fotos en la página de Facebook y ver lo bien que están y cómo se van superando. ¿Quién se iba a imaginar que me enseñarían tanto de la vida unos chiquitos? Sí, aprendí de ellos más de lo que yo les pude haber enseñado mientras los ayudaba en sus tareas. Aunque lastimosamente casi no llego, siempre los llevo conmigo, y siempre serán “mis niños”.


No estoy diciendo que si no sos voluntario no sos buena persona, sino que en vez de abrir tu billetera para darle dos quetzales a la persona tocando tu vidrio, abrí tu corazón para ver que hay más allá que la ventana de tu carro o la banqueta de la calle.


Asi que… y vos, ¿cuándo sales de tu burbuja?

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